Translate

viernes, 30 de mayo de 2014

EL SECRETO DEL HUEVO DE ORO XVII, de Ricardo Corazón de León

Un nuevo fragmento de esta aventura de ciencia-ficción, acción, intriga, misterio y amor. En este caso se trata de un capítulo que puede ser leído con independencia de todo y que forma una historia aparte. Espero que os guste. Si queréis leer todo desde el principio pinchad aquí y el fragmento anterior lo encontraréis acá.


                     (Imagen obtenida en google)




Numba, una vez compradas las armas, se las entregó a Robert y Kirushima y se quedó a pasar unos días en su casa con su esposa. En cuanto le vio, ella corrió a estrujarle entre sus brazos y a llenarle de besos y de preguntas. De esto último, el trabajo, ya dijo desde el principio que no hablaría nunca, así que no se habló de este tema. Ngueng, su esposa, le sugirió que podían dar vacaciones a Rigor, pues ella pensaba que después de ocho años sin tener vacaciones ya era tiempo de que se tomase un descanso.

¡Pero si es un robot! ¡Los robots no toman vacaciones, ni necesitan descansar! ─exclamó Numba, estupefacto.

No obstante, tras horas explicándole por qué debía darle vacaciones a Rigor y que si no heriría sus sentimientos, acabó por aceptar, cuando su último argumento también falló. Iban a venir su hijo con su esposa y la bestezuela de su hijo de ocho años y traerían a Rapso, su robot de última producción ─no como el suyo que era viejo y antiguo, pero que les gustaba ─. Así disfrutaría su hija política Ndora presumiendo de su robot, el cual se encargaría de todos los preparativos.

Numba habló con Rigor y le dio las vacaciones advirtiéndole que eran para su descanso y sus cosas pero que no iba a ser así todos los años, a lo mejor ningún otro año.
(Imagen encontrada en google)

Al día siguiente, se presentaron en su flamante aerocoche, carísimo y modernísimo y su Rapso, brillante como el oro que Numba había visto en el Globo. Bajaron los tres y se metieron en la cabaña de vacaciones de sus padres. Ngueng propuso que tomaran unos cócteles y un chocolate caliente para el niño. Todos aprobaron la invitación y le ordenaron a Rapso que los preparase. El robot lo intentó pero no sabía nada de esta cocina antigua que carecía de todos los artefactos robotizados a los que estaba acostumbrado, así que expuso sus problemas.

¡Vaya! ─ dijo Ndora ─ ¿Cómo es posible que viváis en el siglo veintiuno aún?

Si estuviera Rigor lo haría él. Le llamaré ─ dijo Numba. Pero algo en la cara de su esposa le retuvo y además el robot se negaba a recibir explicaciones de una antigualla como Rigor, así que tuvo que pedirle que les ayudara, haciendo él mismo de intérprete para que Rapso no sintiera que las órdenes se las daba Rigor.

La situación era absurda pues ni Rigor tomó sus vacaciones, ni desde luego Numba, que lo único que quería era estar a solas con su mujer y un poco de tranquilidad, sin visitas de un hijo del que no entendía cómo había podido casarse con semejante arpía que le anulaba totalmente, salvo que hubiera sido por sus innumerables contactos, que le habían favorecido en el trabajo, y a los que debía el cargo que ocupaba. Pero, al lado de ella jamás hablaba, no pronunciaba ni una sola palabra. Era invisible. Numba solo le reconocía un mérito a su nuera y es el de no repetirse jamás en sus ridiculizaciones y en sus escarnios. Había conocido gente parecida pero tarde o temprano acababan repitiendo alguna de sus execrables mofas, mientras que su nuera no. Le fastidiaron bien sus vacaciones. Tuvo que estar sirviendo de traductor de dos robots que se entendían perfectamente porque uno de ellos era tan gilipollas como el ama que lo había comprado.
                          (Imagen obtenida de google)

Cuando se acabó la comida y se recogió la cocina y demás, Numba se fue a un rincón de un salón con la intención de descansar. Allí no creía que le molestara nadie, pero se equivocaba. Su nieto Mimgo ─ menudo nombrecito, pensó Numba, cuando recordaba las acepciones históricas que tenía ─, apareció seguido de Rapso, el reluciente robot y dirigiéndose al árbol, sin que al parecer notara la presencia de su abuelo, preguntó que dónde estaban sus regalos.

Exijo que me traigas las mierdas y tonterías que me van a regalar mis abuelos mañana. No pienso esperarme toda la noche para ver las porquerías que me regalan todos los años esos viejos.

¡Amito! ─ dijo Rapso, ─ daría cualquier cosa por poder complacerte pero ignoro dónde están escondidos tus regalos y no puedo, sin permiso de ellos, cogerlos aunque lo supiera.

En ese momento, apareció Rigor con su balanceo y sus ruiditos. Rapso era tan silencioso que asustaba porque nunca sabías dónde estaba y cada vez que te dabas la vuelta estaba detrás de ti.

¡Bola de mierda grasienta! ─ alzó la voz el petimetre, ─ dime dónde están los regalos de mis abuelos, ¡asqueroso abrelatas!

¡Amito, me gustaría mucho satisfacerte! ─ respondió Rigor, con paciencia ─ pero tus abuelos han comprado esos regalos con mucha ilusión para ti. Están emocionados por podértelos entregar mañana ellos mismos y ya queda poco para mañana. Así todos seriáis muy felices.

Si Rapso, el brillante, hubiera recibido una orden así, ni siquiera se hubiera inmutado, pues estaba claro que no se dirigían a él. No habían pronunciado su nombre y, por supuesto, no era un asqueroso abrelatas o algo parecido.

¿Te atreves a negarte, polvorienta y ajada máquina digna de estar en una planta de chatarrería, a darme los regalos de mis abuelos? ¿A no obedecer a una orden que te he dado, deforme? ─ y según lo estaba pronunciando, para hacer más hincapié en sus palabras, le propinó un buen patadón en la espinilla del robot, de acero galvanizado con aleación de cobre y cobalto, con su pie embutido en una zapatilla de dormir que salió disparada antes de darle la patada.

Numba que estaba viendo y escuchando toda la escena y que sabía lo que iba a suceder, lanzó hacia su interior profundas carcajadas y a punto estuvo de levantarse para darle un abrazo a Rigor, del cual había dicho que era un robot que no tenía sentimientos. Pero se limitó a escuchar los gritos de dolor del chico llamando a sus padres y acusando a Rigor de haberle pegado una patada. Lloraba y chillaba de puro dolor, al parecer, se le habían roto dos dedos en su hazaña.

¡Y tú, abuelo! ─ dijo Ndora. Era la primera vez que le llamaba de alguna manera. Nunca tuvo a bien llamarme ni por su nombre, ni papá, ni suegro, pero desde que había tenido al chico, Numba era “abuelo”. ─ ¿estabas ahí y no pudiste hacer nada para impedírselo?

Ndora, ningún robot puede hacer daño de ninguna manera a un ser humano. Tu hijo fue quién pegó una patada a Rigor, aparte de insultarle.

No te creo. Este robot es tan antiguo que seguro que está estropeado y se ha saltado la Primera Ley Robótica.

        ─De todas formas, si a mí no me crees, pregunta al don limpio ese, tu Rapso, que de haberse producido algún daño a su amito lo hubiera impedido aún con su propia vida. Pregúntaselo.

       ─Rapso hubiera dado su vida por el amito, mi ama, pero ese robot antiguo no le hizo nada al amito. Fue el amito quién le pegó a él y se hizo daño. El señor ha dicho la verdad. El amito ha mentido.

Así, a la mañana siguiente y no antes, porque era de noche, se marcharon, el domado hijo, la víbora de su esposa y el grumete al que Numba hubiera apalizado si le dejaran a solas con él, lo cual debía saber Ndora porque jamás permitía que ese renacuajo y su hijo estuviese solo con su abuelo. Mientras les miraban partir desde el porche, Ngueng se secaba las lágrimas de los ojos y se metió dentro de la casa. Numba echó el brazo por el hombro de Rigor y le dijo que sería la última vez que le daba vacaciones. Lo cual fue aplaudido por éste ya que le confesó que lo único que había pensado en todo este tiempo de libertad era lo bueno que sería que no existiese la Primera Ley…
(Imagen subida de google)

Numba se quedó estupefacto. No durmió en toda la noche. Tenía que dar cuenta de cualquier robot en el que se observara una conducta extraña y desear que no existiese la Primera Ley era muy extraño y muy peligroso, pero el disgusto tan terrible que le daría a su mujer si le privaba de su robot-hermano, no lo iba a poder superar jamás y no le volvería a dirigir la palabra. Así que tuvo que concluir que los robots sí sentían y pensaban y que Dios se apiadara de él por no obedecer la orden de entregar a mi robot.

De esto no dijo nada a su esposa y al día siguiente se marchó, asegurándole que si la próxima vez que volviese, avisaba a su hijo y su familia, no volvería a verle jamás. Ella le miró, asustada y se iba a poner a llorar, cuando vio la mirada de su esposo. Algo le dijo que hiciera lo que le pedía. Se despidieron con un beso y Numba, deseoso, se marchó a ese Polo Sur que para él era ahora más querido que su propia familia.

(Continua aquí)
                                                 *********

19 comentarios:

  1. Qué de risas con el robot! Debería quitarle un cable antes de darle una patada ajajaj. Vamos a ver cuando llegue al Polo Sur qué pasa. :)
    Un beso Ricardo, Seguimos la historia.
    Además con la música y fotos... un 10!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Karina. Me alegro que te haya gustado la historia. Si yo hubiera sido Numba el que le pateo soy yo, pero al niño. No me extraña que se riera tanto, jajajajajaja...
      Es que hay algunos que....

      Eliminar
  2. Esta continuación "me suena", ja,ja,ja,ja,ja y lo que me llegué a reír imaginándome la patada al pobre robot y el grito (o aullido) de dolor del enano... Ja,ja,ja,ja,ja. Muy bien chavalete esto sigue a buen ritmo, así que, no te me apagues y continua, flojo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muy bien, Frank, para eso está, para que os riáis y os emocionéis de cualquier forma. Gracias por tu fidelidad y tus comentarios siempre tan a punto.

      Eliminar
  3. ¡ Qué gracioso!
    Merecido se tenían el tal "amito " que le doliera; eso le pasa a la gente grosera jeje xD.
    Yo aquí esperando la continuación.
    Muchas gracias Ricardo por compartir esta historia...buena buena.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Daniel. Me alegro de que te haya gustado y gracias por tu comentario.
      La próxima espero que también te guste, aunque voy a ir intercalando relatos cortos porque no a todo el mundo le interesa una novela de ciencia-ficción.
      Un saludo, majo.

      Eliminar
  4. Respuestas
    1. Muchísimas gracias por tu comentario. A mí sí que me resulta un placer un halago como el tuyo.

      Un abrazo.

      Eliminar
  5. Es magnífico ver que en castellano no se tienen absurdos complejos cuando se tratan temas como la ciencia ficción. Felicidades.

    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchísimas gracias, Nel.
      Bienvenido por mi blog!!!
      Me alegro que te haya gustado.

      Un abrazo.

      Eliminar
  6. Aparte de que me divertí barbaridades, debo señalar que sí me lié un poco cerca del final. Una de dos: o sí me hizo falta leer los previos para ponerme en contexto, o saltaste de tercera a primera persona.
    Sí es lo primero, no hay problema alguno, de todos modos tengo que dar un vistazo al inicio.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes toda la razón, Tania. Me alegro de que me lo hayas señalado para poderlo corregir.
      Gracias por tu lectura y por comentar.
      Procedo sin demora a corregirlo.

      Un abrazo.

      Eliminar
  7. Hola, amigo.
    Que fantástico: robots con orgullo, jejjjejjejj.. y ya vi que corregiste porque no observé ningún cambio en el texto en cuanto a la persona.
    Tienes una imaginación prodigiosa y yo que el abuelo no sé qué hubiera hecho.

    Un abrazo, amigo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Arturo. Muchísimas gracias por pasar y comentar y si encima te ha gustado tanto mejor, más que me alegro.

      Un abrazo muy fuerte.

      Eliminar
  8. Te agradezco tanto el poder leerte y reir un ratito!!! de verdad, qué comes chico? te sale todo esto en los postres o alucinas solito?
    Estupendo!! un aplauso.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. De todo un poco, bailarina, como de vez en cuando, perejil como si fuese un caballo, otras no, son solo pensamientos entrecruzados de mis neuronas que surgen al ver determinadas cosas, tanto sea una fotografía como una escena, como una pintura o una música. Esa es toda mi inspiración y, por supuesto, para ponerla en práctica, los miles de libros buenos, sobre todo, que llevo leídos.
      Muchas gracias, danzarina de los pinceles, por pasarte por aquí y dejar tus granitos de alegría. Te espero al siguiente.

      Un abrazo y un te quiero muy grande, Olfa.

      Eliminar
  9. Esta historia paralela también me tiene enganchado! Quiero más!!!!
    Sigo!

    ResponderEliminar
  10. Me encanta el tema de la robótica, aunque tiene su puntito de terror, jajajaja... la rebelión de las máquinas...
    Me sigue fascinando tu historia... Gracias!!!

    ResponderEliminar
  11. Ricardo, la ciencia ficción, sin la más mínima duda es lo tuyo muy buena historia, muy graciosa la escena de robot y el niño con su patada. Un fuerte abrazo, Sotirios.

    ResponderEliminar

Si quieres dejarnos un comentario, no te cortes, somos todo ojos, siempre deseosos de leerte.